Diario de Sueños (3era. ed.)

La señora de blanco

Recuerdo estar parado en la esquina de una cuadra contemplando la fachada blanca de una casa habitación de dos niveles, junto a mi, tres sujetos de mi misma edad acompañaban aquella escena de drama y misterio. Recuerdo que en contra esquina yacía emplazada una catedral estilo colonial. Recuerdo cada detalle porque al verla, un ligero susurro seducía mi oír con chasquidos que erizaban la piel. Al mirar aquella casa, algo me atraía fijando bruscamente mi atención al segundo nivel, donde una mujer vestida con una túnica blanca, nos miraba con celo y cuidado. Su atención no se apartaba de nosotros, lo cual creó una atmósfera de suspenso y terror tras poder ver sus cuencas oculares luminosas en un rostro oscuro.

Insectos

Nuestra familia acostumbraba pasar tiempo libre en las afueras de la ciudad, realizando actividades de recreación al campo libre. Nuestra desgracia comenzó cuando no encontrábamos lugar para almorzar. El próximo destino se encontraba a unos cuantos kilómetros de donde nos encontrábamos, quedando varados en una choza abandonada. Fue desagradable estar ahí, un olor fétido o pútrido comenzó a invadir aquel espacio. Un zumbido que se volvía cada vez más fuerte, daba indicio de una plaga asesina. Insectos de todo tipo llegaron sin previo aviso ahuyentándonos en cuanto pudimos. Pronto comenzaron a devorar una multitud de personas que ambulaban por ahí.

31∙03∙10

Numerología

Me encontraba fuera de una institución educativa. Un colegio que jamás había visto. Su número de registro era “777”. Creía que sumando o interpretando a mi manera podía saber algo acerca de esa institución. La suma continua de los números es mi grande obsesión. Trato de ver más allá de nuestra perspectiva. Fui en éste entonces cuando mi obsesión por los números comenzó con el estudio por los número y el comportamiento de éstos.

29∙04∙10

Silencio total

¿Saben que pasa cuando en el salón de clase, todos los alumnos, incluyendo al profesor de clase, se quedan en silencio?

Era un día normal en clase. Estábamos aburridos y aturdidos por el ruido. Todos hablábamos en voz alta. De pronto, todos callamos al mismo tiempo. Entonces, mis compañeros y yo reímos. Enseguida le murmuré a los de a lado, que no era coincidencia que hayamos callado todos al mismo tiempo. Les dije: “Lo que realmente ocurre cuando todo se queda en silencio, se debe a una ruptura temporal, donde un cúmulo de masa intercepta con nuestra línea de tiempo”. Les pareció tan gracioso y alocado que comenzaron a reír.







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