MY TOY-STORY (3ra. edición)

Desde que tenía 5 años de edad...


“Niñez”

Edad de 9 años. Mi historia comienza con un sueño. Me encontraba solo en una casa tan peculiar como ninguna otra. En esta, se manifestó un grupo de juguetes vivientes tratando de perturbar mi orino-rauta. Era una casa muy grande. Su estilo californiano color blanca, con acabados rústicos le daban un aspecto de misticismo. La pintura y la estructura se estaban deteriorando. Cuando soñaba, apenas despertaba de una siesta, recuerdo haberme levantado y contemplar el espacio en el que me encontraba. Estaba en el segundo nivel y apenas escuchaba ruidos en lo que parecía ser un ático. Al escuchar me percate de ello, pues al no ver nada decidí salir de esa habitación e irme fuera de esa casa. Al caminar hacia la puerta de salida de esa misma habitación, ruidos y murmullos comenzaron a escucharse sobre el techo. Los sonidos eran tan parecidos como chocar madera con madera. Inmediatamente supe que alguien estaba en el ático. Mi curiosidad me comía por dentro. Desmonte las escaleras que conducían al ático. Entonces subí por las escaleras, levante la puerta y lentamente eché un vistazo sobre aquel ático ausente de luz. Todo era oscuro y sobrio, no podía distinguir entre el límite de la cubierta y la superficie del ático. De pronto un ambiente tenebroso recorría ese espacio. Un chasquido tenue en lo más profundo de la oscuridad me erizó la piel, recorriendo cada célula de mi cuerpo hasta llegar a las sienes de mi rostro. Fue lo más terrible que jamás habría presenciado dentro de un sueño. Lo único que hice fue rotar mi cabeza a 45° y sorpresivamente lo que parecían ser figuras abstractas me miraron fijamente. Sus globos oculares diminutos brillaban, iluminando el entorno de su rostro. Eran cuerpos antropomorfos, pues supe que eran juguetes. Su aspecto horripilante, tanto describirlo me provoca nictofobia espontanea. Solo recuerdo haber despertado de aquel sueño. Sentía el palpar de mi corazón, y el resto de mi cuerpo petrificado ante el miedo.


“Adolescencia”

La segunda vez que tuve un sueño tan similar como el de mi niñez, era en mi adolescencia, tenía la edad de 15 años. En esta ocasión, toda mi familia (incluyendo solo hermanos de mi mamá) nos íbamos de viaje a unas cabañas en las afueras de nuestra zona urbana. Se encontraba a un par de kilómetros de aquella zona. Era un bosque, el entorno donde se encontraba la cabaña estaba aislado de ranchos y casetas de servicio. El lugar era un mundo frío cubierto por cortinas de niebla. La cabaña de hospedaje era una construcción de madera con tres habitaciones paralelas entre sí, de modo que para llegar de un extremo a otro, tenias que cruzar a través de una. El único acceso a la cabaña era por medio de un extremo. Mis primos y yo, nos instalamos en la habitación sin ningún acceso desde el exterior. Ahí mismo, en el espacio, habían cinco camas, destinadas para ‘dos’ personas o hasta ‘tres’. Cuando ya era tarde-noche, algunos de mis primos conversaban y otros se divertían con juegos de mesa. Fui el único que decidió dormir un poco antes (algo irónico dentro de una orino-rauta). Cuando duermo durante mis orino-rautas, imagino como si mi aura o esencia astral, viajara a otras dimensiones donde no tengo percepción de lo que está pasando conmigo mismo. Incluso creo que hay razones lógicas para la muerte instantánea de algunas personas sin darse cuenta. Fue entonces, cuando mi esencia astral volvió a mí. Todos dormían excepto yo, pues sentía que algo me espiaba y transmitía inseguridad. Miraba hacia arriba. Notaba que se abatía una puerta en cobertizo de la habitación. Supe que algo o alguien me espiaba desde allí. Lo recordé, mi sueño de hace diez años (cuando era un niño). Ésta vez, sabía exactamente lo que me esperaba en ese cobertizo. Me armé un poco mas de valor e intenté una conversación con alguno de aquellos... todo fue tan vago que no recuerdo lo que pasó y mucho menos que fue después de intentar comenzar una conversación. Desperté, aún era temprano. Este tipo de orino-rautas se les conoce como un ‘sueño paramnesia’.


“Juventud (Etapa I)”

Tuve otro sueño. Primer día de Diciembre de 2012 (18 años edad), estaba en casa. Esta vez soñaba que buscaba una casa habitación donde vivir. Mi casa ideal siempre la describo en un entorno aislado, cerca de un bosque templado. Una casa con estructura de madera. Ventanales grandes con vista al exterior, espacios abiertos y acogedores. Siempre pensando en una posibilidad de dos o hasta tres niveles para ser observador de las noches estrelladas. No pienso en la habitabilidad como una necesidad si no como una comodidad y armonía conmigo mismo. Imaginar cómo será la casa ideal no la percibes por medio del sueño. Estaba ahí, una opción de mi casa ideal, en las afueras de la ciudad, aislada de toda sociedad. Un anciano cuidaba de ella. Cuando llegué a la casa, él se encontraba en la cocina tomando una bebida caliente (según mi percepción). Al llegar al pórtico de la casa, miré a mis espaldas, quise deleitarme y aspirar lo que según yo, pudiese ser mi nueva vida. Todo era ocre, el otoño se hacía presente donde quiera. Durante un breve recorrido que daba por toda la casa asentí la presencia de juguetes que se movían en ausencia de mi vista. Lo que hice rápidamente fue, apresurar el paso e ir a la cocina, preguntarle al señor que si alguien más habitaba la casa, aparte de él. Me miró fijamente y me respondió con un tono de indiferencia: “No hay nadie más...” de pronto el eco de su respuesta quedó vagando sobre el aire. Desperté desesperadamente, frustrado por la inconclusión. Alguien despierto de verdad, irrumpía en mi sueño.


“Juventud (Etapa II)”

Noche del 18 de Noviembre de 2013. Era otro sueño con objetos antropomorfos, lo que desde hace años los he identificado como juguetes animados. El lugar en el que me situaba y el ambiente, eran distintos, conservando la misma esencia en el entorno. Convivía en familia y con mis amigos en una casa blanca, grande de madera. Todo comenzó cuando subí al tercer nivel, había un espacio abierto cuadrangular con paredes de madera y enmohecidas por la humedad. Frente a la entrada de esa habitación, unas escaleras en tipo de “L” me conducían hacia arriba, a otra puerta de madera. Mi obsesión por los espacios abiertos y estructuras de madera convierten mis orino-rautas en tenebrosas. Una vez que me encontraba frente a la puerta de las escaleras, mi curiosidad por saber que guardaba detrás de esta me puso en un nuevo desenlace sorpresivo. La abrí y sentí un escalofrió ensordecedor. Cerré la puerta y caminaba lentamente y despampanado hacia el primer nivel. Cuando llegué al primer nivel, le conté a mi familia y a mis amigos sobre los sueños que se mencionan aquí (desde mi niñez hasta ahora). Les dije lo que me acababa de suceder minutos atrás (o quizá segundos). A ellos, simplemente no les importó y siguieron con lo que estaban haciendo. En cambio pocos amigos subieron para ver si era cierto. Mientras unos iban, en el transcurso del recorrido varios decidieron quedarse atrás. Lo último que recuerdo fue a dos de mis primas subir hasta la puerta de las escaleras en tipo “L”. Pensaba en mi paranoia y lo increíble que tornaba este poder en mis sueños. Me sentí un poco asustado porque sabía que estos escalofriantes sueños, comenzaron a involucrar parte de mi familia. Poco después de lo ocurrido, una de mis primas desciende con ataques de pánico. Ella alardeaba por lo que aseguraba haber visto. Intenté calmarla. Le dije sobre mi advertencia y la forma de recuperar a su hermana. Hay ocasiones en las que mis decisiones no penden de mí, hay veces en las que alguna fuerza externa me otorga conocimiento ajeno. La forma alterna para llegar a lugar donde se encontraba su hermana ahora, era a través del sótano y no por medio del ático, como siempre lo he sabido. Mi sueño terminó. Al menos en un desenlace digno de aspirar y continuar en algún futuro.


“Juventud (etapa III)”

La última vez que tuve otro sueño similar, fue en una iglesia. Su estilo barroco interrumpía la continuidad entre el entorno y ambiente de mis sueños anteriores. Se trataba de un edificio deshabitado e inconcluso en su construcción. Es lo más tenue que puedo recordar, fue tanta mi obsesión por la animación de cuerpos inertes o sin vida que incluso llegue a tener tantos sueños similares en distintas edades. En mi último sueño, hasta ahora, me encontraba en el interior de una cúpula. Por fuera era casi una esfera perfecta partida a la mitad, su forma poco ovalada le daba una sensación peculiar. Por dentro de la cúpula, se apreciaban las pechinas que lo decoraban y una estructura de madera. En su interior, algunos espacios se interconectaban por puentes de madera, formaban un recorrido cuadrangular. Había muy poca luz, casi podría decir que era invierno en un atardecer. Un hombre con túnica negra me sorprendió cuando estaba ambulando por ahí, el me dijo que, siempre intentaba explicarme la anomalía, aquella que siempre se hacía presente en mis juguetes. Yo dije que eran míos. Me hablaba sobre los movimientos bruscos que hacían estos mientras era el único despierto ante ellos. Estaba perplejo y confundido, pues no entendía lo que trataba de decirme. No entendía absolutamente nada de lo que decía ese hombre. Supe que las personas no comprendían el mundo en que vivían, así que jugaban con lenguajes y frases que ellos no comprendían. Los humanos tenían el poder de darle vida propia a la materia inanimada. Nunca comprendieron que la vida es sinónimo de alma, y que la animación es simple influencia abstracta del espíritu. Esa iglesia servía como refugio para rituales y conjuros. Eran tiempos difíciles donde el poder que había detrás del poder, se hacía presente ante la sociedad. La gente no sabe actuar en momentos de desesperación y de pánico. Es ahí, cuando suceden las desgracias. Al poco tiempo, desperté después de comprender las elocuencias que balbuceaba aquel hombre de túnica negra. Me miraba al espejo, creyendo que estaba loco en serio. Me tachaban de demente en todo momento. Aceptaba mi locura, porque al negarla significaría una tremenda incapacidad para distinguir entre la realidad y la fantasía. Tenía 19 años de edad. Ha sido el último sueño u orino-rauta que he tenido hasta entonces. Podría volver a leer esto las veces que quisiera, analizarlo un poco. Fingir que todo fue real, pero por más que quiera fomentarles esa idea, no puedo. Solo fueron sueños, producto de mi locura. Simplemente quiero hablar sobre mi propia historia de juguetes, hasta el fin de los tiempos.

Se les conoce como sueños recurrentes, en distintas edades. Creo que el mundo te incita a acabar con grandes ilusiones. Es momento de soñar, pues es la única forma de lidiar con un nuevo mañana. Con respecto a la historia anterior, no es lo más ‘cool’ que me ha pasado. Tuve una extraña experiencia al vincular un mismo sueño con alguien más... Pues una pariente cercana, fue alguien capaz de vincular su aura con la mía. Se aventuró en esta introvertida experiencia envolviéndose en su mundo abstracto.




credit: The Stuff of Legend

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