Solitud Escénica (2da ed.)
El docente lo pidió; una vez más.
Acepté dudando por mi propia valentía. Estaba perdido. Pasé al frente rodeado por un espacio negro. Me paré en medio
y miré a los compañeros de teatro, enseguida cerré los ojos, medité un poco
sobre mis antecedentes, sin encontrar algo claro. Caminé en círculos y trayectorias sin sentido. Comencé a susurrar conmigo mismo como lo había hecho la
última vez, pero ésta vez con un temor a exponerlo frente a los demás
comenzando a suplicar que no se fuera y que no me dejara en su ausencia con los demás; no pude resistir, intenté dejar mi ofrenda más preciada, siendo éste aquel objeto que me llena de sueños y motivación. Pronto supe que era inútil continuar sabiendo que no existía aquel y que todo era un ejercicio teatral.
Miré al
docente y le dije.
– No puedo seguir haciendo esto...
– No puedo seguir haciendo esto...
En ningún
momento volteé para ver a los compañeros de teatro, pues estaba perplejo; entonces me puse las calcetas, los zapatos y después miré al docente nuevamente pidiéndole disculpas yéndome de inmediato de aquel espacio negro. Tomé mi mochila, mi abrigo, y sin despedirme me fugué. De pronto una
presencia me seguía replicando que no lo hiciera. Dando vueltas en mi mente, yo mismo me lo repetía:
– ¿Hacer que…? ¿Dejar de ir a teatro?, ¿Huir de casa sin notificarle a alguien?, ¿Viajar y olvidar todo?, u ¿Olvidar que tienes responsabilidades y personas que te quieren o te aman? y ¿Crear una nueva vida?
– ¿Hacer que…? ¿Dejar de ir a teatro?, ¿Huir de casa sin notificarle a alguien?, ¿Viajar y olvidar todo?, u ¿Olvidar que tienes responsabilidades y personas que te quieren o te aman? y ¿Crear una nueva vida?
No me dijo nada, darme la razón es un acto de capricho y cobardía. Me dijo cosas ciertas, pero que en su momento, no eran de mi agrado, puesto que no importaba nada. Era un otro yo quien tomaba control sobre mí. Ésa presencia que trotaba tras de mí, seguía ahí después de haberle dicho que se fuera y que me dejara solo.
En la parada
de micro-bus las luces de los autos me encandilaban...
Entonces, un micro-bus se
detuvo y corrí a subirme en el.
En el transcurso del recorrido a la terminal de micro-buses, comencé a sentir pena por lo transcurrido, aun sabiendo que después de todo eso, no podría volver ahí. Todos iban a decir que estaba loco o que necesitaba ayuda profesional. Además de creer eso, una saciedad inmensa de pensamientos vagos era mas que suficiente para quedar en la locura; cerré los ojos por unos segundos y olvide mi 'estar' en el "mundo real".
En el transcurso del recorrido a la terminal de micro-buses, comencé a sentir pena por lo transcurrido, aun sabiendo que después de todo eso, no podría volver ahí. Todos iban a decir que estaba loco o que necesitaba ayuda profesional. Además de creer eso, una saciedad inmensa de pensamientos vagos era mas que suficiente para quedar en la locura; cerré los ojos por unos segundos y olvide mi 'estar' en el "mundo real".
![]() |
| Soledad deseada. |

Comentarios
Publicar un comentario